lunes, 1 de febrero de 2010

Allá

Donde mis pasos alzaron el polvo; polvo del que soy hecho,
el alba resucita la vida,
como el agua a los desiertos sombreados
por ancianos algarrobos sembrados
en mis recuerdos.

Tatuado sobre mi tostada piel
llevo cada soplido de sus suspiros
como heridas dejadas por los látigos del tiempo
en su loca carrera hacia el horizonte
donde el rey sol va en conquista
de otras tierras.

Allá se quedaron los helados,
las chalacas y los dulces
que después de la escuela me siguieron
y aún lo siguen haciendo;
todos grabados en el paladar, en el olfato,
en el tacto.

¡Ay de mí sin ti!
¿Cómo imaginar que el olvido pudiese cubrir,
con su traicionero manto, nuestros pasos?
Son tan bellos, tan emotivos.
¡Ay de mí sin ti que me acompañas en estas horas tan lejanas!